Como de costumbre , Thom Browne montó un espectáculo. Con cada colección que pasa me fascino más por su trabajo. Pero si una de ellas me parece realmente mágica es la colección de primavera-verano 2013. Esta vez su inspiración fue la Bauhaus, se trató específicamente de un homenaje a Oskar Schlemmer (diseñador, pintor, escultor y coreógrafo alemán). En palabras de Browne, las especies de acordeones donde se ocultaban los looks masculinos de la temporada pasada le recordaron al artista y ”llevó la propuesta un poco más lejos” con las chicas.
El propio Browne cuenta que usualmente no se inspira en la moda y las tendencias, si no que en el arte y la arquitectura. Además siempre presta muchísima atención al desfile mismo, pues es ahí donde existe una de las mejores oportunidades para mostrar al mundo los conceptos que inspiraron la colección, cosa que para él es igualmente importante que la ropa.
Lo que Thom Browne hace es lo que finalmente proporciona colecciones únicas y que no se asemejan a nada que hayamos visto anteriormente, el desarrollo de un concepto parece ir en retirada por parte de los diseñadores, los cuales cada vez se basan más sólo en las tendencias y los reportes que se hacen sobre ellas. Nada muy original puede salir de estar mirando siempre al del lado, es necesaria una mayor introspección y por sobre todas las cosas el desarrollo de uno o varios conceptos para lograr colecciones de calidad y únicas, diferentes y personales; y por supuesto, aplicar esto a toda la propuesta, de principio a fin, tal como lo hace Browne. Y como haces cuando empiezas, cuando lo que buscas es tu propia identidad; algo que parecen olvidar , cada vez más a menudo, las grandes casas de la moda.